Desde el siglo pasado, se han implementado juegos de roles como una metodología para estimular la concientización y participación de las comunidades en diversas problemáticas, facilitando de esta manera la búsqueda de soluciones a conflictos de intereses entre partes. Entre esas problemáticas, los crecientes conflictos ambientales actualmente suscitan especial interés, en particular entre la juventud, pero también en los colectivos más adultos. Este método de resolución de conflictos permite desarrollar nuestras habilidades creativas a través de una dinámica interactiva entre grupos y personas, simulando en una actuación casi teatral una situación de marcado realismo e importancia, pero bajo un entorno seguro.

Las personas dan rienda suelta a su imaginación poniéndose en la piel de otros, en un esfuerzo de empatía por comprender los intereses de aquellas partes a quienes quizá denostan en la vida real. En un claro ejercicio de la otredad, se pone de manifiesto por qué resulta tan difícil alcanzar concensos a problemas de marcada sensibilidad pero de urgente necesidad de solución.

Durante los últimos años la Universidad de Belgrano junto a Mundus maris han venido desarrollando, tanto con estudiantes universitarios como de escuela secundaria, un juego de roles específico vinculado a la contaminación con plásticos en los mares. Ésta es una de las fuentes de polución más acuciantes de la actualidad, cuyas propuestas de solución son muy diversas pero que lejos están de resolver, hasta la fecha, el problema a escala global. Es que los plásticos muchas veces se diseminan por los mares recorriendo distancias planetarias, lejos de su lugar de origen como residuo. Y la basura marina puede afectar la vida marina por diversos mecanismos tanto físicos como químicos.

La propuesta de este juego de roles consiste en cuatro partes interesadas que se interpretan: una empresa fabricante de materiales plásticos, una cadena de restaurantes de comidas rápidas, una ONG comprometida con la conservación y el ambiente, y la autoridad municipal de una villa turística. Asimismo, se invita a tener presentes los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030, considerados como vectores orientadores de un buen accionar en la búsqueda de soluciones para un mundo más sustentable.

Hasta mediados de este año, las experiencias vividas habían mostrado un notable entusiasmo tanto por estudiantes avanzados de escuela media como en universitarios de diversas carreras, alcanzándose un clima de marcada cordialidad y concluyendo con soluciones originales. Desde el 4 al 6 de agosto de este año, la XXIX Reunión Argentina de Ecologia abrió la posibilidad a nuevas formas de interacción dentro de la comunidad académica, denominándolas en forma general como sesiones innovadoras. Una de estas actividades fue nuestro juego de roles. Bajo las circunstancias de la pandemia, el congreso tuvo que conducirse en forma virtual.

Ambas circunstancias hicieron del juego una experiencia novedosa y aún más desafiante pero no por ello menos exitosa e interesante. Es que la comunidad académica dispone de información más rigurosa y actual, con conocimientos de los verdaderos alcances de las posibles tecnologias de mitigación de impactos ambientales, tanto en términos de costos como de resultados. Adicionalmente, algunos de los miembros participantes habían tenido experiencias previas con distintos sectores de la sociedad, tanto industriales como de ONGs y de administraciones gubernamentales. Todo ello marcaba una notable diferencia en comparación con los jóvenes estudiantes, aún los universitarios. Y probablemente por ello los resultados resultaron también diferentes a los que se esperarían con comunidades más jóvenes. El marco de realismo de personas experimentadas nos hizo refleccionar en la urgente necesidad de fomentar el diálogo entre las partes, pues ese ejercicio de la otredad antes mencionado muestra a las claras que no existen verdades únicas y que los intereses, aún a veces divergentes, pueden ser legítimos. Es por ello que ese don de nuestra especie llamado inteligencia, junto a la buena voluntad, son las únicas herramientas que permitirán ir dejando un planeta más sustentable, pero más aún una forma de interpretar el universo con bastante mayor humildad.

Nos espera ahora otro desafío, en forma virtual, con colegios secundarios. Paradójicamente, esa virtualidad puede ser enriquecedora al ponernos a todos en situación de igualdad geográfica permitiendo la participación de distintas escuelas del país como un ejercicio adicional de integración.

En otro foco de trabajo dentro del marco de colaboración entre Mundus maris y la Universidad de Belgrano, Carla Bonelli y Camila Condomiña presentaron sus proyectos de investigación en el congreso, dirigidos por quien escribe. El primero relacionado con la contaminación con microplásticos en peces del Río de la Plata y el segundo sobre las edades de primera madurez de una especie de interés comercial y deportivo, la boga (Megaleporinus obtusidens). Ambas estudiantes avanzadas recorren el mismo camino que inició años atrás Penélope Quirino (ver la foto en el muelle), quien pocos meses atrás se recibió de bióloga con elogios del jurado.

Texto por Marcelo Morales Yokobori