StorioneVivimos en tiempos excepcionales: la pandemia del covid-19 ha afectado a Roma y aún más gravemente a muchas otras partes del mundo. El recuerdo de diferentes aspectos esenciales de la vida nos hará algún bien, como una alimentación sana y sostenible, como el recuerdo de nuestro pasado, reciente o lejano. En la escalera del Palazzo dei Conservatori, que se encuentra en el Campidoglio de Roma, a la derecha para quienes entran desde la magnífica plaza, hay un bajorrelieve de una época incierta, que representa un esturión, un pez presente hasta hace muy poco en el Tíber, el río que atraviesa la ciudad eterna.

 

 

 

StorioneEsta inscripción merece ser examinada:

CAPITA PISCIUM HOC MARMOREO SCHEMATE
LONGITUDINE MAIORUM USQUE AD PRIMAS
PINNNAS INCLUSIVE CONSERVATORIB. DANTO
FRAUDEM NE COMMITTITO
IGNORANTIA EXCUSARI NE CREDITO

Las cabezas de los pescados mayores de esta placa de mármol
hasta el principio de las aletas inclusive,
se darán a los Conservadores.
No se cometa fraude,
la excusa de desconocimiento no será admitida.

Conocemos así un impuesto establecido en beneficio de los miembros de los Conservadores: ellos forman un poder de control constituido en el siglo XIII y están compuestos por tres administradores expertos que asisten al Senado de Roma en el gobierno de la ciudad y que residían precisamente en el Palazzo dei Conservatori. El bajorrelieve muestra las insignias de los tres conservadores encargados en 1583.

Pero no creas que las cabezas eran material de desecho, eran muy apreciadas para hacer suculentas sopas.

DioTevereLas antiguas esculturas donadas por el Papa Sixto IV al pueblo romano fueron depositadas en el Palazzo dei Conservatori en 1471, convirtiéndolo en el primer museo del mundo, hoy día los Museos Capitolinos.

Sin embargo, solo se abrieron al público en el siglo XVIII. Es costumbre mencionarlos en plural ya que también se extienden al Palazzo Nuovo, construido más tarde en el otro lado de la plaza, y a parte del Palazzo Senatorio que se encuentra en la parte más baja.

Recientemente, parte de la colección se ha colocado en una cuarta área del museo, el Museo Montemartini, que se encuentra a lo largo de la via Ostiense, la vía más antigua que conducía a Roma (se cree que tiene casi 3000 años) dentro de la antigua central eléctrica homónima.

La antigua estatua del dios Tíber, apoyada en el Palazzo Senatorio rendía homenaje a la fuerza vital del río, desde el cual los míticos fundadores de Roma, Rómulo y Remo, fueron transportados a un lugar seguro. Los dos se muestran aquí junto con la loba que los alimentó, que se convirtió en el símbolo de Roma y sigue siéndolo hasta hoy. Un rastro tangible del culto a las aguas es el nombre de Tiberio, uno de los más frecuentes en Roma, que ostentaba el segundo emperador romano.

MuseoNazionale3En cada uno de estos museos, pero también en otros, como el Museo Nacional Romano, también en Roma, o el Museo Arqueológico de Nápoles, no es raro encontrar representaciones de peces.

Los peces están representados en mosaicos, que adornaban las casas de los ciudadanos romanos más ricos. Suelen remontarse a la época imperial. Entonces tienen entre 1500 y 2000 años.

Pero, ¿qué relaciones tenían los romanos con el pescado y su consumo?

El pescado se consumía ampliamente y se tenía en alta estima. Los mejores ejemplares podían alcanzar precios hiperbólicos, como lo demuestran las coloridas anécdotas de numerosos escritores. También lo describe C. Plinio El Viejo. Que era almirante de la flota romana del Mediterráneo y gran erudito, autor de la primera enciclopedia que se nos ha transmitido en la “Historia Naturalis”. Murió en el 79 d.C., víctima de la erupción del Vesubio, que destruyó las ciudades de Pompeya, Herculano y Stabia. Después de haber ordenado la intervención de flota en ayuda a la población,había salido a estudiar de cerca la erupción.

Montemartini01Sabemos por Plinio que los peces criados por el líder Luculo en el lago Lucrino, no lejos de Nápoles, se vendieron después de su muerte por 40.000 sestercios. La modesta villa de Gaio Irrio, que había proporcionado a Julio César 6000 morenas para la celebración de rituales, se vendió por 4 millones debido al valor de sus viveros.

Y también el orador Hortensio, un oponente, pero a veces colega de Cicerón, le tenía tanto cariño a una de sus morenas (Muraena helena) como para llorar su muerte, y que Antonia La Mayor adornaba a su morena favorita con pendientes.

Plinio también proporciona información menos anecdótica: por ejemplo, entre los peces más famosos se encontraban el salmonete (Mullus barbatus), que no se podía criar y rara vez superaba las dos libras (unos 700 gr).

Señaló que los peces loro fueron introducidos en Italia por Claudius Optatus, el prefecto de la flota tiberina, que los importó de Lecto (en la actual Turquía) al mar Tirreno. Durante cinco años, Claudio Optato se ocupó de que todos los peces capturados fueran devueltos al mar para que pudieran reproducirse.

ArcheologicoNapoliPlinio también informó que durante el reinado de Calígula, el ex cónsul Asinio Celer compró solo un espécimen de salmonete por 8000 sestercios.

Encontramos rastros de todo esto también en la poesía: de hecho, Decimo Junio Juvenal (alrededor del 60-120 d.C.) viene en nuestra ayuda en su quinta sátira, en la que critica los costosos hábitos culinarios de los nobles y los romanos en general, pero también denuncia la degradación ambiental:

Mullus erit domini, quem misit Corsica vel quem
Tauromenitanae rupes, quando omne peractum est
et iam defecit nostrum mare, dum gula saevit,
retibus absiduis penitus scrutante macello
proxima, nec patimur Tyrrhenum crescere piscem.
Instruit ergo focum provincia.

Traducción:

Será para el dueño el mújol que viene de Córcega y de las rocas taominas,
Y mientras el paladar se ceba, a nuestro mar le falta
Rebuscando hasta el fondo con pesca incesante para
el mercado cercano, y no permitimos que el Tyrrheno crie peces.
Pues la provincia provee nuestra cocina.

MareNostrumLas morenas mediterráneas eran muy apreciadas, hasta el punto de que aún hoy nos preguntamos si tomaron el nombre del primer romano que logró criarlas, Sergio Licinio Murena (siglo I a.C.).

¿O no fue más bien a él a quien apodaron Murena por su actividad pesquera? Lo mismo se puede suponer de C. Sergio Orata, quien obviamente introdujo la cría de la dorada (Sparus aurata).

Virroni muraena datur, quae maxima venit
gurgite de Siculo; nam dum se continet Auster,
dum sedet et siccat madidas in carcere pinnas,
contemnunt mediam temeraria lina Charybdim.

Traducción:

Para Virron hay una morena gigante del mar siciliano;
Mientras el viento Austro es moderado,
mientras está en calma dentro de su cueva y seca sus aletas mojadas,
se atreven a desafiar temerariamente la navegación en medio de Caribdis.

Aquí también aprendemos, al menos según Juvenal, que las morenas encontraban refugio y eran pescadas cuando al cesar el viento del sur, aunque desafiando las insidiosas aguas de los estrechos que separan Italia de Sicilia, Escila y Caribdis, custodiados según el mito por los dos monstruos marinos.

CloacaMaximaPero si las morenas estaban reservadas para la clase alta, los peces del Tíber, que no siempre eran esturiones, estaban reservados para la multitud de sus seguidores:

vos anguilla manet longae cognata colubrae
aut glacie aspersus maculis Tiberinus et ipse
vernula riparum, pinguis torrente cloaca
et solitus mediae cryptam penetrare Suburae.

Traducción:

Os queda una anguila,
pariente de la culebra de larga cola o un pez manchado del Tiber,
asiduo de nuestras orillas,
engordado en los desagües de la Cloaca,
que acostumbra a remontar la galería del centro del barrio de Suburra.

Livio también confirma la noción, o al menos la creencia popular, de que los desagües de las alcantarillas engordaban el pescado. Informa que los mejores lucios (Esox lucius) del Tíber se encontraban en la zona entre los dos puentes, que es donde desembocaba la alcantarilla más grande de Roma, la Cloaca Máxima, una obra grandiosa que descargaba en el río todas las aguas, no solo de alcantarillas. Fue construida en el siglo V a.C. para drenar las marismas de la zona.

GiornelliAlgunas nociones que han sobrevivido durante mucho tiempo han sido recogidas por el escritor Giggi Zanazzo (1860-1911). Llenó cuatro volúmenes con tradiciones populares romanas. En el apéndice escrito en dialecto romano, informa en una descripción en la p. 89:

I romani antichi lodavano il pesce lupo, come squisito, specie quello che si pescava tra i due ponti Sublicio e Palatino, per l'imbocco della Cloaca Massima. Lo afferma Caio Tizio, riportato nel 16. del terzo dei Saturnali di Macrobio.

Traducción:

Los antiguos romanos elogiaban al pez lobo como exquisito, especialmente el que se encontraba atrapado entre los dos puentes del Sublicio y el Palatino debido a la descarga de la Cloaca Máxima. Esto fue declarado por Caius Tizius, informado en el decimosexto del tercer libro de las “Saturnalia de Macrobio”.

En el breve capítulo dedicado a la gente del río, también documenta los distintos métodos de pesca, con caña o red, incluido el "rubio" o el "girarello", dos redes giratorias movidas por la corriente y algunas de las presas más buscadas:

Aún en la década de 1950, las orillas del Tíber, aguas abajo de la Cloaca Máxima, estaban repletas de pescadores, tanto pescadores con o sin redes de elevación. A finales de siglo, a algunos pescadores les encantaba especialmente el desagüe. No era raro verlos salir de las orillas con carpas de más de 50 cm.

Dicho esto, el tema de la fauna de peces del Tíber fue tratado por Paolo Giovio (1483-1552) en su obra “De romanis piscibus libellum”, 1531. Nos queda todavía por satisfacer una curiosidad: excepciones y extravagancias costosas aparte, ¿cuál era el precio del pescado en uso actual en la antigua Roma? El emperador Diocleciano (244 - 313 d.C.) viene a nuestro rescate con su edicto De pretiis rerum venalium (Los precios de las mercancías) de 301:

EdittoDiocleziano.

Trigo  10 kg   81 denarios
Pollo  2   60 denarios
Vino  1 l.   16 denarios
Sardinela o sardina  1 kg   48 denarios
Pez de roca  1 kg   72 denarios

El denarius argenteus fue introducido precisamente por Diocleciano en su reforma monetaria, de la que el edicto formaba parte. Tenía un peso igual a 1/96 de libra, aproximadamente 3,4 gramos. Aquí en la mesa estaba, sin embargo, el denarius communis, cuyo valor era 1/100 de la moneda de plata.

Estas medidas tenían como objetivo contrastar la inflación en ese momento. Cabe recordar que, unos 270 años antes, 30 denarios habitualmente valdrían mucho más.

Paolo Bottoni, 2020; traducción de Marianne Braun Richter y Elena Bombín.