Los plásticos, derivados de combustibles fósiles, generan emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en todas las etapas de su ciclo de vida: desde la extracción de materias primas y la producción, hasta su uso y disposición final. Este proceso continuo de emisiones convierte al plástico en un importante contribuyente al cambio climático. Se estima que, para el año 2050, la producción de plástico podría representar hasta el 13 % del presupuesto global de carbono (Hamilton & Feit 2019). Hasta la fecha, se han generado más de 400 millones de toneladas de residuos plásticos, y se prevé que esta cifra se duplicará para 2040 (Pathak, Sharma & Ramakrishna 2023).

Ilustración 1: Basura en la isla Henderson del Archipiélago de las Islas Pitcairn, Oceáno Pacífico. Esta foto de autor desconocido está bajo licencia CC BY-NC-ND.

Una parte considerable de estos residuos termina en el fondo marino, donde se acumulan en concentraciones mucho más altas que en la columna de agua (Sanz-Lázaro, Casado-Coy & Beltrán-Sanahuja 2021). Actualmente se estima que hay más de 5 billones de piezas de plástico flotando en los océanos. La producción mundial continúa creciendo exponencialmente, mientras que una gran proporción de los residuos generados no es gestionada adecuadamente (Aminur Rahman, Mojumdar, Asif Rahman et al. 2023).

Las emisiones de GEI están estrechamente vinculadas a cada fase del ciclo del plástico —producción, transporte y eliminación— lo que refuerza su papel como factor clave del calentamiento global. Además, la contaminación plástica y el cambio climático están interrelacionados: la mala gestión de residuos y la acumulación de microplásticos comprometen la capacidad de los océanos para absorber carbono, generando un preocupante bucle de retroalimentación (Sharma, Sharma & Chatterjee 2023). Estos mismos autores señalan que los microplásticos se han dispersado ampliamente en ambientes terrestres y marinos, amenazando la biodiversidad. Al ingresar en la cadena alimentaria, también representan un riesgo creciente para la salud humana, pudiendo actuar como vectores de otros polutantes (Bonelli & Morales Yokobori 2022).

Las fuentes del plástico marino incluyen tanto actividades terrestres —como descargas de ríos, aguas residuales y desechos urbanos— como marinas, provenientes de la pesca, la navegación y la acuicultura (Azevedo-Santos, Brito, Manoel et al. 2021). En consecuencia, la mayoría de estos plásticos tienen un origen antrópico costero o continental. Los plásticos contienen más de 16.000 sustancias químicas, muchas de ellas peligrosas para la salud y el ambiente. Entre sus efectos se incluyen trastornos hormonales, enfermedades respiratorias e incluso cáncer. Estos impactos no afectan a todas las poblaciones por igual: existen diferencias marcadas según clase social, género y región geográfica (Aminur Rahman, Mojumdar, Asif Rahman et al. 2023).

Desde los grandes fragmentos de plástico hasta los nanoplásticos estos polímeros constituyen una creciente amenaza ambiental contra la seguridad humana y la naturaleza. El problema se puede dimensionar con datos científicos, como acabamos de hacer, pero también desde lo humano como es el caso de unos jóvenes franceses que desafiaron innumerables obstáculos para mostrar la gravedad del problema, a la vez de ofrecer un camino hacia posibles soluciones.

Con el propósito de generar conciencia no solo sobre el problema, sino también sobre posibles soluciones, un grupo de jóvenes franceses emprendió lo que parecía una misión imposible: una aventura muy diferente de las que el cine suele mostrar. Se propusieron limpiar una isla remota y deshabitada del océano Pacífico, donde, por diversas razones, se ha acumulado una gran cantidad de plásticos provenientes de múltiples lugares del mundo.

Ilustración 2: Parte de la tripulación del Plastic Odissey en la presentación del documental ‘Plastic Odissey: Mission Pacifique’, el jueves 12 de junio en el cine Pathé Masséna, Niza, Francia, con motivo de la Conferencia del Océano de Naciones Unidas. (Fotografía de Marcelo Morales Yokobori)

Todo este proceso fue documentado en el filme ‘Plastic Odyssey: Mission Pacifique’, dirigido por Pierre De Parscau. En él, se narra el viaje del Plastic Odyssey, un barco-laboratorio de 40 metros, hacia el remoto atolón de Henderson, en el corazón del Pacífico, considerado uno de los lugares con mayor densidad de basura plástica del planeta.

El equipo asume el desafío de recolectar y reciclar más de 10 toneladas de desechos plásticos en tan solo unos días, enfrentando condiciones extremas en un entorno natural sumamente frágil. Para ello, emplean soluciones ingeniosas de bajo costo tecnológico: extrusoras, prensas y centrífugas instaladas directamente a bordo que permiten transformar los residuos en objetos útiles —como muebles o materiales para la construcción— destinados a la comunidad de las Islas Pitcairn.

La expedición articula así tres dimensiones clave: la limpieza masiva del atolón, la transformación sostenible de los residuos y la sensibilización y empoderamiento de las comunidades locales, promoviendo una red global de reciclaje comunitario.

Es decir, el objetivo de este proyecto, uno de cuyos capítulos han sido dichas islas, no se limita a la limpieza. La iniciativa va más allá al integrar los principios de una economía circular azul: a bordo del barco, una fábrica móvil permite transformar esos residuos plásticos en ladrillos, los cuales luego se destinan a comunidades de otras islas para la construcción de viviendas.

Ilustración 3: Audrey Azoulay (Directora General de la UNESCO) y Patricia Morales (Coordinadora de la Cátedra UNESCO en Seguridad Humana de la UBP, Argentina, y miembro del Consejo Directivo de Mundus maris)

Un hito reciente ha ocurrido el 10 de junio de 2025 durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos en Niza, cuando Plastic Odyssey firmó un acuerdo histórico con la UNESCO para colaborar en la protección y limpieza de más de 50 sitios marinos declarados Patrimonio Mundial. Entre estos se incluyen zonas como la Isla Henderson y el Atolón de Aldabra en las Seychelles, donde se estima que existen más de 500 toneladas de residuos acumulados; trabajo ya iniciado. Esta alianza busca combinar ciencia, tecnología accesible y justicia socioambiental, fortaleciendo la resiliencia ecológica y las capacidades locales mediante la instalación de microplantas de reciclaje y la documentación científica de los ecosistemas afectados. Durante la Conferencia del Océano la directora general de la UNESCO, la Sra. Audrey Azoulay, participó en persona para subrayar la urgencia de poner a salvo el patrimonio natural y cultural que se encuentra en zonas marinas, junto al ministro francés para asuntos extranjeros, Sr. Jean-Noël Barrot, destacando la necesidad de una acción conjunta, global y sostenida frente a las amenazas crecientes del cambio climático y la contaminación plástica.

El documental evidencia cómo, con creatividad y cooperación, incluso una embarcación modesta puede generar un impacto real: no solo al remover contaminación acumulada durante décadas, sino también al abrir caminos hacia un futuro sin contaminación con plásticos, replicable en otros territorios. Asimismo, pone de relieve cómo las tecnologías de reciclaje accesibles pueden ser adoptadas por comunidades vulnerables, impulsando soluciones circulares, empleo local y mayor conciencia ambiental.

Pero esto no puede ser la respuesta a las intenciones de algunos de expandir aún más la producción y dejar la costosa limpieza final a quienes menos contribuyen al diluvio. Las negociaciones en curso para un tratado internacionalmente vinculante sobre el plástico deben conducir a la reducción de la producción, la eliminación gradual de aditivos tóxicos y los tipos de plástico diseñados para el reciclaje. Esto debe complementarse con esfuerzos decididos para reemplazar los combustibles fósiles por materias primas biológicas. Es un desafío, pero indispensable si queremos apoyar un océano sano y la seguridad humana (Stegmann, Daioglou, Londo et al. 2022).

¿Qué podemos hacer individualmente para reducir nuestra huella plástica?

Ilustración 4: Trailer del documental ‘Plastic Oddisey: Mission Pacifique’ disponible en YouTube.

I

Además de iniciativas colectivas como la del Plastic Odyssey, cada persona puede contribuir significativamente a mitigar la liberación de microplásticos desde sus hábitos diarios. Según estudios recientes, un adulto en un entorno urbano promedio puede liberar hasta 250 mg de microplásticos por día, principalmente desde ropa sintética, neumáticos y envases plásticos.

Algunas medidas concretas incluyen:

  • Elegir prendas con menos de 30 % de fibras sintéticas, priorizando algodón orgánico, lino o lana merina.
  • Lavar con agua fría y ciclos cortos, usando filtros o bolsas capturadoras para microfibras.
  • Evitar cosméticos con microperlas o glitter, y preferir productos con certificación libre de plásticos añadidos.
  • Reemplazar productos de higiene desechables (pañales, toallitas, compresas) por alternativas reutilizables y biodegradables.
  • Evitar plásticos rayados en utensilios de cocina, usando en su lugar acero, vidrio o madera certificada.

Estas acciones no solo reducen la contaminación en origen, sino que también promueven un consumo más consciente y sostenible.

Autores:

Marcelo L. Morales Yokobori (Profesor e investigador de la Universidad de Belgrano, Argentina, y UNICEPES, México; miembro del Consejo Directivo de Mundus maris)

María del Carmen Patricia Morales (Coordinadora de la Cátedra UNESCO en Seguridad Humana de la UBP, Argentina, y miembro del Consejo Directivo de Mundus maris)

Referencias

Aminur Rahman, M., Mojumdar, S., Asif Rahman, Sk., & Marimuthu, K. (2023). Plastic pollutions in the ocean: Their sources, causes, effects and control measures. Journal of Biological Studies, 6(1), 37-52. https://doi.org/10.62400/jbs.v6i1.7755

Azevedo-Santos, V. M., Brito, M. F. G., Manoel, P. S., Perroca, J. F., Rodrigues-Filho, J. L. et al. (2021). Plastic pollution: A focus on freshwater biodiversity. Ambio, 50(7), 1313-1324. https://doi.org/10.1007/s13280-020-01496-5

Bonelli, C., & Morales Yokobori, M. (2022). Contaminación con microplásticos en peces de la costa porteña de Río de la Plata. Actas de Trabajos Completos del E-ICES 17, 17, 108-118. https://www.uncuyo.edu.ar/ices/upload/7aa50897dc621e3117d109bc8a4924c1.pdf

Hamilton, L. A., & Feit, S. (2019). Plastic & Climate: The Hidden Costs of a Plastic Planet (p. 106). CIEL. https://environmentalintegrity.org/wp-content/uploads/2019/05/Plastic-and-Climate-FINAL.pdf

Pathak, P., Sharma, S., & Ramakrishna, S. (2023). Circular transformation in plastic management lessens the carbon footprint of the plastic industry. Materials Today Sustainability, 22, 100365. https://doi.org/10.1016/j.mtsust.2023.100365

Sanz-Lázaro, C., Casado-Coy, N., & Beltrán-Sanahuja, A. (2021). Biodegradable plastics can alter carbon and nitrogen cycles to a greater extent than conventional plastics in marine sediment. Science of The Total Environment, 756, 143978. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2020.143978

Sharma, S., Sharma, V., & Chatterjee, S. (2023). Contribution of plastic and microplastic to global climate change and their conjoining impacts on the environment—A review. Science of The Total Environment, 875, 162627. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2023.162627

Stegmann, P., Daioglou, V., Londo, M. et al. (2022). Plastic futures and their CO2 emissions. Nature 612, 272–276. https://doi.org/10.1038/s41586-022-05422-5