El océano no solo necesita tratados, acuerdos y datos: necesita también un lenguaje común, una forma de nombrarlo que lo reconozca como bien común, como espacio de vida, como ámbito compartido que merece cuidado y respeto. En un mundo tensionado por la crisis ecológica, la desigualdad y la fragmentación del conocimiento, construir una narrativa compartida puede contribuir a generar convergencia y acción concreta.
La tercera conferencia de las Naciones Unidas sobre los océanos (UNOC3, Niza 2025) ha logrado reunir en un mismo espacio las voces de la ciencia, del derecho internacional, de la ONU y sus agencias —como la UNESCO y la FAO—, de los gobiernos y de la sociedad civil global. Esta confluencia no puede ser subestimada: representa un acto de articulación colectiva, un horizonte común en la gobernanza del océano entendido como bien común de la humanidad.
El océano es un bien común no solo por su magnitud o su función en el sistema climático, sino también por su amplio valor ecológico, cultural, económico y simbólico. El océano más allá de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) bajo la jurisdicción de los Estados nacionales cubre aproximadamente la mitad de la superficie terrestre y el 64 % de la superficie oceánica global. La falta de normas consensuadas ha provocado una reducción masiva de la biomasa (vida) en tan solo ocho países con la capacidad tecnológica necesaria. La pesca industrial subvencionada es un importante disruptor de las funciones ecosistémicas tanto en las zonas fuera de la jurisdicción nacional como dentro de las ZEE.

Ya durante las conferencias preparatorias, el Embajador Peter Thomson, Enviado Especial para los Océanos del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, había enfatizado la necesidad de hacer operativos los tratados y principios acordados.
Detener definitivamente esta explotación tendrá efectos positivos en la salud y la productividad de todos los ecosistemas marinos. Al mismo tiempo, las profundidades oceánicas son el sumidero de carbono más grande y seguro del planeta cuando los sedimentos marinos permanecen intactos tras la minería de aguas profundas y otras formas de explotación, y se permite que los ecosistemas marinos funcionen de forma natural.
La protección del océano requiere la articulación entre el conocimiento científico, la responsabilidad política, los principios jurídicos y los valores éticos compartidos. La justicia intergeneracional, los derechos humanos universales y el respeto por todas las formas de vida configuran una ética que debe guiar la acción política, el diseño jurídico, la economía azul y la investigación científica por igual.
Desde esta perspectiva integradora, no se trata sólo de proclamar principios, sino también de avanzar hacia la progresiva implementación de tres documentos de distinta naturaleza y estatus, que pueden y deben ponerse en diálogo para afrontar la priorización desmesurada de los beneficios económicos de corto plazo para un número limitado de empresas que actúan internacionalmente en detrimento de todo lo demás:
- La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS, 1982) —ratificada por más de 160 Estados— ha sido el eje legal de la gobernanza oceánica desde su formulación. Reconoce la conservación, la cooperación, la libertad de navegación y, en su parte XII, la protección del medio marino frente a la contaminación. Sin embargo, en el contexto actual se revela insuficiente para abordar dimensiones críticas como la migración irregular por mar, la justicia ambiental y climática, la equidad en el acceso al conocimiento o la militarización oceánica. Por ello, múltiples actores buscan ampliar su interpretación desde una óptica ética, ecológica y social, en sintonía con la Agenda 2030 y el ODS 14.
El Tratado sobre la Conservación y el Uso Sostenible de la Biodiversidad Marina Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ, 2023), adoptado el 19 de junio de 2023, es un instrumento multilateral esencial. Establece un marco para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina y los recursos genéticos, con énfasis en el fortalecimiento de capacidades y la distribución justa de beneficios, la creación de áreas marinas protegidas que cubran el 30% de las áreas fuera de la jurisdicción nacional para 2030, la realización de evaluaciones de impacto ambiental y la facilitación de la transferencia de tecnología. Su enfoque introduce un cambio metodológico y normativo en comparación con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM), más adaptado a los desafíos contemporáneos, al poner fin a la ilegalidad de las áreas fuera de la jurisdicción nacional y enfatizar la distribución justa de beneficios en una ampliación de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
- El Manifiesto Científico de Niza (Congreso de Ciencias One Ocean, 2025) propone acciones urgentes y específicas: proteger al menos el 30% del océano, eliminar los subsidios perjudiciales que a menudo facilitan la pesca ilegal, suspender la minería en aguas profundas hasta que se disponga de suficiente información científica, eliminar progresivamente los combustibles fósiles y el aluvión de plástico que generan, además de acelerar el cambio climático, compartir libremente los datos científicos, fortalecer la cultura oceánica y reconocer los sistemas de conocimiento indígenas y costeros. En este documento, la ciencia se compromete no solo con la observación, sino también con la acción.
Estas tres dimensiones —jurídica, ecológica y científica— convergen en una visión de corresponsabilidad global. Por eso, es necesario escuchar a las personas y comunidades más directamente afectadas por la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, y que suelen verse marginadas en los procesos de toma de decisiones. Su conocimiento de las condiciones locales debe combinarse con la ciencia a escala sistémica y la experiencia política e institucional a nivel nacional e internacional. Solo así será posible construir una gobernanza coherente basada en principios éticos y en la participación de todos los sectores. Cuidar el océano significa, entonces, cuidar de la humanidad y de todo el planeta: de toda la vida, de todos los ciudadanos de las generaciones presentes y futuras.
Por eso, los conocimientos necesitan convertirse en acción responsable. Solo así será posible construir una gobernanza coherente que incluya principios éticos y la participación de todos los sectores. Cuidar el océano es también cuidar a la humanidad, en particular sus generaciones futuras.
Reflecciones despues de UNOC3 por María del Carmen Patricia Morales, Stella A. Williams, Aliou Sall, Marcelo Lino Morales Yokobori & Cornelia E Nauen, miembros de la junta directiva de Mundus maris.
Fuentes:
United Nations Convention on the Law of the Sea (UNCLOS), 1982
Agreement under UNCLOS on the Conservation and Sustainable Use of Marine Biological Diversity of Areas Beyond National Jurisdiction (BBNJ), 2023
One Ocean Science Congress Manifesto, Science for Ocean Action, One Ocean Science Congress (OOSC), Nice, 3–6 June 2025: accessible via IFREMER Forms : one-ocean-science-2025.orgone-ocean-science-2025.org+6odipe.org+6bsky.app+6